jueves, 2 de julio de 2009
The Boy at a Fancy Dress
Lo vi por primera vez en una fiesta, en la parte donde suelen colocarse los hombres que comparten secretos, no parecía infeliz, distante si, pero no infeliz.
Me gustó la forma como vestía, un traje de pana verde oliva y unos lentes negros de pasta, cualquiera lo hubiese tomado por un intelectual falso, pero yo sabia que era más que eso.
Me dijeron que vivía de su cuerpo y me pareció tan sórdida la historia que no quise oírla, preferí imaginármelo de otra forma, o de la manera correcta, un muchacho que escribía poemas divertidos y usaba un traje extravagante. ¿un disfraz?;por supuesto. Aunque ya no importa, hace mucho que dejé de verlo; y hace mucho que dejó de escribir esos poemas graciosos.
Paper Cut
Jorge cuidaba la iglesia los días de semana.
Los lunes, cuando el padre ya se había ido y las últimas señoras del pueblo dejaban el altar solo, él subía al campanario y escribía canciones, decía que se las enviaba dios, cada letra escrita era una experiencia mística, eso decía él, o por lo menos así debía ser.
Jorge no era viejo, era casi un niño, pero era sabio y cuando sonreía su rostro se iluminaba.
Los lunes, cuando el padre ya se había ido y las últimas señoras del pueblo dejaban el altar solo, él subía al campanario y escribía canciones, decía que se las enviaba dios, cada letra escrita era una experiencia mística, eso decía él, o por lo menos así debía ser.
Jorge no era viejo, era casi un niño, pero era sabio y cuando sonreía su rostro se iluminaba.
Pero había algo que no le gustaba a Jorge, la biblia. No le gustaba leerla porque decía que el borde dorado del papel le cortaba los dedos.
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